Capítulo 8:
‘La Fiscalía te lo afina’

Alicante, miércoles 12 de sept.

Rajoy regresaba al Hotel Gran Sol tras una irrelevante jornada de trabajo (así veía sus días: “Irrelevantes”).

El clima de aquella tarde era perfecto, tanto que había bajado la ventana del coche para refrescarse con algo de brisa. Las decenas de embarcaciones en el puerto destellaban. La superficie del mar vibraba delicadamente. Los “runners” en la orilla parecían no acalorarse.

Él, sin embargo, contemplaba aquella escena como si no fuera parte de su realidad. Parecía observando una postal mientras hablaba por el móvil con su esposa.

—No, Viri… —dijo el expresidente sin dejar de ver el atardecer—. La verdad es que no podría acostumbrarme a una vida así. Ya no.

—Que no nos estén grabando, cariño —replicó Elvira—. Tienes la playa a dos pasos, habitación con vista al mar, el mejor trabajo del mundo en horario flexible y un conductor que te lleva y te trae todos los días como si fueras un crío con transporte escolar. Vamos, que suenas un poco desagradecido.

 

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‘¿La estoy cagando?’: Rajoy

(Lectura estimada: 1 min 49 s)

Rajoy alzó los hombros.

—Tú sabes de qué estoy hablando. Mira… —dijo señalando con su mano el entorno como si su esposa estuviera ahí—. Ya salí de la oficina y aún hay luz del día. Es verdad que mi vida política era difícil, agobiante, fatigante… sobre todo injusta por tantas cosas que se decían, pero… también era emocionante. Me gustaba el vértigo cada día… Ahora, esta vida tan corriente… pues es un coñazo.

—Bueno, cariño, pues si ya está resuelto no hay que darle más vueltas. ¿Cómo va el proceso para que ocupes la plaza en Madrid?

—Me dijeron que, si todo sale bien, la otra semana publican la resolución. Eso no tiene ningún problema. Lo que quisiera es verme con “los chicos” antes de retornar. Pienso que aquí podríamos reunirnos de manera más discreta.

—¿“Los chicos” son Méndez de Vigo y Soraya? —preguntó Elvira riendo.

—Y Arriola —añadió Rajoy.

La mujer se quedó pensando. Rajoy sabía de antemano que la mención de ese último apellido amargaría a su esposa, no porque tuviera algo en contra de Arriola, sino porque una reunión con aquel “gurú de la demoscopia” ratificaba que su marido tenía la intención de volver a Madrid para ser mucho más que un simple registrador.

—¿Vais a ver qué dice alguna encuesta sobre ti? —preguntó la mujer.

—Sí, algo de eso me mostrarán. Sí.

Elvira hizo una pausa antes de repreguntar.

—¿De verdad tienes que volver a la política? —reclamó ella.

—Mmm… pues no… no “tengo que volver a la política”… Pero la verdad es que sí quiero.

Los dos se permitieron un momento de silencio.

—Pues venga, cariño —se despidió Elvira desanimada—. Si eso es lo que quieres, ya hablaremos más del tema acá. Un beso.

Algo de aquel desaliento contagió a Rajoy. Se cuestionó, como ya lo había hecho un par de veces a lo largo de la semana: <<¿La estoy cagando?>>

Una vibración anunció un nuevo mensaje de texto:

Solo para tus ojos. Un regalito adelantado de reyes

El chat, del Director del diario ABC, traía un archivo adjunto que Rajoy abrió. Era la portada del día siguiente.

—Me cago en… —murmuró sorprendido.

Luego se regocijó.

Macarena

(Lectura estimada: 1 min 44 s)

Madrid

La media noche se avecinaba. Los pasillos del edificio del Consejo de Ministros, en La Moncloa, estaban inusualmente concurridos. Un puñado de funcionarios de alto rango esperaba a las afueras del despacho del Presidente. Intercambiaban opiniones y compartían datos. La crisis era evidente.

Redondo, el Director del Gabinete, aguardaba alejado del grupo junto a la Mánager. A ellos se acercó una joven sevillana, con el pelo recogido y la cara cansada. Sus lentes con marco en forma de ojo de gato llamaban la atención.

—He hablado con el rector de la Universidad Camilo José Cela —contó la asesora de Redondo—. Me ha dicho que van a ayudar en todo lo que necesitemos a primera hora de mañana, pero ahora mismo les queda imposible recabar información sobre la tesis.

A Manuela le atraían las mujeres jóvenes y empoderadas. De aquella asesora, Macarena, se podía intuir que llegaría lejos en el Partido Socialista. Respiraba PSOE desde que se había afiliado a las juventudes del partido, justo antes de cumplir la mayoría de edad. Durante los siguientes ocho años la vida se le fue entre la política y los estudios. Y sin espacio para más, de paso se le fue uno que otro amor. No parecía que las cosas fueran a cambiar en el corto plazo. Su entrega a la causa era mayor que nunca. El gobierno de Sánchez la inspiraba y una solución al conflicto con Cataluña la ilusionaba. Solo dos cosas destacaban en ella más allá de su pasión por la política y el PSOE: el acento andaluz y unas cejas de curva extraña.

—¿Qué ha pasado en redes? —preguntó Redondo.

Macarena le entregó una hoja con datos que indicaban la tendencia que empezaba a marcar el supuesto plagio en la tesis del presidente del Gobierno.

—Vamos, que el periódico no ha salido a la calle y la gente ya está cansina con este tema —contestó Macarena.

La voz de Sánchez se oyó al fondo.

—¿Dónde está Manuela?

—Aquí vamos, Presidente —respondió Redondo mientras se dirigía con la Mánager al despacho. Macarena los vio alejarse.

‘Rivera, un gilipollas’: Sánchez

(Lectura estimada: 2 min 28 s)

El Presidente estaba ligeramente sudado y algo despeinado. Llevaba más de 15 horas de jornada laboral. Manuela y Redondo se sentaron en el sofá. Sánchez permaneció de pie, agarrando el espaldar de una silla.

—Los abogados dicen que podemos y debemos exigir una rectificación —contó Sánchez.

—Presidente, es muy importante que sigamos un estricto orden de las acciones que vamos a llevar a cabo —advirtió Redondo—. Primero debemos demostrar la mentira y la mala fe de ABC. Mañana vienen los técnicos que nos ayudarán a pasar la tesis por el detector de plagios. Eso, antes que nada. Si todo aparece en orden, y solo cuando estemos absolutamente seguros de que todo aparece en orden, podremos hacer lo demás: desde digitalizar la tesis para que cualquiera la pueda ver en detalle, hasta emprender acciones legales, si eso es lo que usted quiere.

—Eso puede tardar todo el día de mañana —replicó Sánchez—. No puede ser que España amanezca con una portada diciendo que el Presidente del Gobierno plagió su tesis doctoral y el Presidente del Gobierno no diga nada en todo el día, que porque está esperando a comprobar él mismo que en efecto no plagió su propia tesis.

Redondo titubeó.

—Sí, por supuesto… Tal vez no me he explicado bien. Podemos usar sus redes sociales, desde primera hora, para rechazar la información, exigir una rectificación y advertir de posibles acciones legales… Como un mensaje, digamos… un mensaje para la galería. Pero lo que digo es que no podemos… o… no debemos emprender acciones legales o exigir de manera formal una rectificación, por lo menos hasta confirmar que la tesis no tiene nada extraño que se pueda cuestionar.

—Ya te lo digo yo —reviró Sánchez—: aquí no hay nada extraño. No hay plagio. No tiene por qué aparecer nada de nada.

Redondo asintió incómodo con la cabeza.

—Claro que sí… Eh… Los voceros tendrán desde esta misma noche una hoja de mensajes para que todos estemos mañana sincronizados. Una vez dejemos sin argumentos a la oposicion, lo que sigue es darle la vuelta a esta situación y devolver los focos al máster de Casado y al “doctorando” de Rivera. Si nosotros mostramos la tesis, ellos tendrán que responder igual.

—Un “doctorando”… —ridiculizó Sánchez—. Qué idiotez es esa. Al imbécil de Rivera tenemos que dejarlo retratado. La encerrona que me ha hecho hoy, preguntando por la tesis, no se la voy a perdonar… ¡Es un gilipollas! —acentuó Sánchez apretando con las manos el espaldar de la silla que sostenía al frente—. Me podía esperar que el PP se confabulara con ABC para atacarme, pero nunca me imaginé esto de Rivera. Al menos ya sabemos cuáles son sus verdaderos colores.

La Mánager no solo había permanecido callada, sino que parecía ajena al tema.

—¿Qué pasa, Manuela? —preguntó el Presidente—. ¿Qué piensa? Usted suele ser más participativa en estas conversaciones.

La colombiana se permitió un suspenso de dos segundos antes de contestar.

Mierdero mediático semanal

(Lectura estimada: 1 min 50 s)

—La tesis es la crisis del momento y lo que han dicho me parece un buen plan —validó la Mánager—. Sobre eso no tengo más que agregar. Ahora, creo que hay que ver más allá si queremos llevar su gobierno hasta el final. Este escándalo es una advertencia. Eso es lo que he venido a decirle. Somos muy vulnerables al mierdero mediático de cada semana: que el Ministro de Cultura defraudó a Hacienda, que el Presidente usó el avión oficial para ir a un concierto, que a la Ministra de Trabajo le metieron un gol cuando aprobó la creación de un sindicato de prostitutas, que la Ministra de Defensa un día suspende la venta de bombas a Arabia para luego tener que tragarse su moral y sus palabras, que a la Ministra de Sanidad le regalaron el máster… y bueno… ahora esta portada durísima sobre la tesis doctoral… Lo que me sorprende es que, a estas alturas, no nos hayan quitado apoyos en el Congreso, pero lo que sí deberíamos tener claro, todos, es que la estabilidad del gobierno descansa sobre dinamita pura. Basta con que un grupito parlamentario se sienta ofendido, maltratado o incomodado para que todo se derrumbe en un segundo. Una palabra de más y perdemos el apoyo de los independentistas. Una partida de menos en los presupuestos y los vascos dejan de sostenernos.

A Sánchez y a Redondo les tomó por sorpresa el cambio de tema y el fatalismo de Manuela. El Presidente iba a intervenir, pero Manuela continuó:

—Y para serles franca, quien más desconfianza me genera es Iglesias. Ese tipo es más papista que el Papa. No tiene ningún problema en dejarnos botados si un ministro no le gusta, si sacamos adelante un impuesto que no cumpla exactamente con sus expectativas, si estrechamos la mano de alquien que no es de sus afectos… Es como correr sobre un campo minado. Y digo “correr” porque en política hay que ir muy rápido y no todo se puede calcular.

—¿Podríamos…? —dudó el Presidente— ¿Podríamos hablar de esto después?… Seguro lo que está diciendo es un motivo serio de preocupación, pero en este instante tenemos una urgencia en la que trabajar.

‘Más escándalos va a haber’

(Lectura estimada: 1 min 53 s)

—Claro, podríamos hablar de esto después —dijo Manuela—. Pero parte de lo que hago es trabajar en lo importante por encima de lo urgente. Anticipar escenarios y prevenir catástrofes es muy importante y créanme que este es uno de esos casos. Usted, Presidente, no va a llegar a 2020 si no hacemos algo ya mismo para no depender de esos apoyos tan volátiles. Si hay un momento para evitar que usted caiga en el futuro, es este.

—Manuela —intervino Redondo—, justamente estamos intentando evitar que este tema de la tesis golpee al gobierno y lo haga caer. La prioridad es darle la vuelta a la portada de ABC.

—Y ya dije que lo están haciendo muy bien —despreció la Mánager—. Pero qué vamos a hacer con el escándalo de la próxima semana, y el de la siguiente, y el de la otra… Porque les aseguro que más escándalos va a haber. ¿Saben qué me tiene particularmente preocupada? Los audios que guarda Villarejo. El tipo este ya se metió con el Rey. No les quepa duda de que se va a meter con nosotros. Y si cualquiera de este Gobierno o del PSOE ha tenido el más mínimo contacto con Villarejo, hay motivos suficientes para estar preocupado, empezando por usted, Presidente.

—Yo nunca me he reunido con él —aseguró Sánchez de manera instintiva.

—Usted está convencido de eso, no lo dudo —replicó ella—, pero apostaría que sí ha coincidido con él, solo que no lo recuerda.

—Bueno, “coincidir” con él no significa que me reuní con él.

—Pues “coincidir” es suficiente para armar otro escándalo. Basta con que comprueben que estuvieron en un mismo lugar y que filtren algún audio donde se digan barbaridades, para que después pregunten qué hacía usted ahí. Ahora, no solo debe plantearse si usted o alguno de sus funcionarios compartió alguna vez escenario con Villarejo. Qué me dice de sus padres, o de su esposa, o su hermano. ¿Puede asegurar que ellos tampoco, nunca, cruzaron una palabra o estuvieron en un mismo evento con el comisario?

Sánchez comprendió el riesgo. Le seguía pareciendo imposible que él o su familia hubieran tenido algún contacto con el comisario Villarejo, pero era una ingenuidad pensar lo mismo de todos sus funcionarios y copartidarios.

‘El acuerdo no es con el PP’

(Lectura estimada: 1 min 46 s)

—Vamos a ver… —dijo el Presidente haciendo un recuento mental de lo planteado por Manuela—. Usted ha hablado de los apoyos inciertos en el Congreso, de próximos escándalos que debemos dar por descontados, de Villarejo… ¿Qué es lo que propone?

—Necesitamos un seguro. No podemos garantizar la mayoría parlamentaria, no podemos prevenir todos y cada uno de los escándalos que vendrán y no podemos callar a Villarejo. ¿Cierto? Pues lo que propongo es un plan B con el que siempre podamos contar y ese plan consiste en hacer un acuerdo con Casado.

Sánchez y Redondo hicieron una mueca de confusión casi insultante.

—¿Un acuerdo con el PP? —cuestionó Redondo—. No nos fiamos ni de Podemos, y ahora vamos a confiar en el partido que más nos resiente por haberlos sacado de La Moncloa…

—Yo no dije un acuerdo con el PP —aclaró Manuela—. Dije un “acuerdo con Casado”… No es lo mismo pactar con el partido que pactar con el líder del partido. Estoy hablando de una negociación directa para ofrecerle un beneficio personal y, a cambio, él se comprometa a movilizar al PP y apoyar al Gobierno cuando llegue el momento. O sea, le vamos a tirar un salvadidas a Casado para que él le salve la vida a usted, Presidente, cuando haga falta.

El Presidente y su jefe de Gabinete pasaron de la confusión a la desconfianza.

—No entiendo —admitió Sánchez—. ¿Qué sugiere que le ofrezcamos a Casado?

—El máster… —se adelantó Redondo, adivinando para dónde iba Manuela.

—Sí señor —confirmó ella—, el máster. La vida política de Casado está en peligro por el máster que no hizo. Es perfectamente posible que vaya a juicio y quede sepultada su carrera… a menos que nosotros lo evitemos y ustedes saben cómo.

Sánchez agachó la cabeza y la movió de lado a lado. No estaba seguro de querer oír el resto.

—Termine la idea, Manuela —dijo con resignación.

—Hay una frase que me encanta —continuó La Mánager—, por cínica, pero también por realista: “Esto la Fiscalía te lo afina”. Lincharon al Ministro que la dijo, pero así funciona, ¿no?

 

Un mensaje para Casado

(Lectura estimada: 1 min 49 s)

Madrid, jueves 13 de septiembre

Casado pensó que su reunión con el Presidente de la Sociedad Civil Catalana estaba a punto de terminar, pero lo realmente importante de aquella conversación apenas iba a comenzar.

Rosiñol había acudido a la cita acompañado de Sofía Vidal. Al Presidente del PP le extrañó que entraran juntos a la reunión, pero creyó que era una asistente y no le prestó mayor atención.

—Pues gracias de nuevo por haber venido —dijo Casado poniendo las manos sobre los muslos, un claro indicador de quien está listo para ponerse de pie.

—Debo decirle que no solo he venido para que hablemos de las cuestiones catalanas —confesó Rosiñol. El Presidente del PP contuvo el impulso de levantarse—. Sofía es una vieja amiga, luchadora como nosotros por la unidad de España… Ella no ha venido solo a acompañarme. La verdad es que me pidió colarse en esta reunión para traerle un mensaje, que estoy seguro a usted le va a interesar.

Casado arrugó los ojos, absolutamente desconcertado. No dijo nada. Sofía se presentó:

—Señor Casado, es un placer conocerlo y es una lástima que no nos hayamos conocido antes. Hago parte de un “lobby” que trabaja para combatir al independentismo. Nos financia un importante grupo de empresarios catalanes. Mantenemos un perfil muy bajo. Casi oculto. Nuestro mayor interés es acabar con este conflicto entre catalanes, como seguro es también su deseo… En ese orden de ideas, mantenemos contactos de muy alto nivel con el gobierno de Sánchez y con la Corona. Y en efecto, como ya le comentó mi amigo, le traigo un mensaje de su absoluto interés.

El Presidente del PP, que seguía turbado, volteó a ver a Rosiñol en busca de reafirmación. El Presidente de la Sociedad Civil Catalana no dijo nada, pero asintió con un gesto. Casado se mantuvo sin pronuciar palabra. Sofía continuó.

—Hoy, tal vez a esta hora, el Tribunal Supremo le está remitiendo una comunicación a la Fiscalía… En esa comunicación, los magistrados preguntan si deben, o no, investigarlo a usted por su máster. ¿Lo sabía?

Casado dudó en su respuesta.

—No… no lo tenía tan claro —dijo al fin el Presidente del PP.

¿La derecha rescata al PSOE?

(Lectura estimada: 1 min 40 s)

—Bien… —prosiguió Sofía—. El mensaje que traigo para usted es el siguiente: estoy en capacidad de garantizar que la Fiscalía le diga “no” al Tribunal. Es decir, que el criterio sea no investigarlo a usted por el máster.

Era inevitable pensar que, tal vez, le estuvieran tendiendo una trampa. Su primer impulso fue acabar con la reunión. Sin embargo, la propuesta era al mismo tiempo muy tentadora. Rosiñol quiso darle tranquilidad.

—Lo que dice Sofía es verdad. La conozco y sé que está en capacidad de hacerlo.

Casado se acarició el mentón y luego los labios. Decidió halar del hilo.

—¿Y cómo va a hacer eso? ¿O quién lo haría? ¿Con quién van a hablar?

—Los detalles me los reservo —respondió Sofía.

—Vamos a ver… —soltó el político— algo me van a pedir a cambio.

—Por supuesto. A cambio le voy a pedir algo muy concreto y es esto: si llega el día en que Sánchez se quede sin los votos necesarios en el Congreso para seguir gobernando, usted y su partido van a rescatarlo. Puede que eso nunca haga falta. Trabajamos para que el Gobierno mantenga sus apoyos hasta 2020. Pero, si ocurre, será usted quien resulte sosteniendo a Sánchez en La Moncloa hasta que termine este periodo.

El Presidente del PP se quedó con una sonrisa congelada. Luego carcajeó.

—¡Pero si somos la oposición a Sánchez, joder!

—Lo sé. Leo los periódicos —ironizó Sofía.

—¿Y entonces se supone que ahora tendríamos que cambiar de discurso y ser aliados del PSOE?

—Para nada —afirmó ella—. Lo ideal es que sigan siendo la dura oposición que han sido hasta ahora. No estoy pidiendo que suavicen sus posturas. Pueden mantener el nivel de virulencia que les venga en gana. El acuerdo es muy claro y conciso: en el caso, y solo en el caso, en que la presidencia de Sánchez peligre por falta de votos en el Congreso, usted va a salvar a Sánchez para que culmine su mandato en 2020.

‘Rajoy vuelve para intrigar’

(Lectura estimada: 1 min 54 s)

Casado no podía ocultar su ansiedad: apretaba la boca, hacía vibrar su pie derecho, se acomodaba innecesariamente la corbata.

—Digamos que le sigo la corriente —planteó el Presidente del PP—. Digamos que llegamos a ese escenario. ¿Cómo voy a justificar frente a mi propio partido que seamos nosotros los que salvemos un gobierno del PSOE?

—Por favor… Los políticos son expertos en acomodar posturas. No me va a pedir a mí que le enseñe.

—Increíble —dijo Casado tras resoplar—. Yo me habría esperado esto de cualquiera, menos de Sánchez… Siempre es bueno que podamos conocer sus verdaderos colores.

—Creo que no me expliqué bien —replicó la mujer—. Nunca podrá decir que esta es una oferta de Sánchez o de alguien de su Gobierno, porque la verdad es que nunca he dicho eso. Esta es una propuesta que le hago yo y solo yo. Este es un trato que usted hace conmigo.

A Casado le volvió el temor de estar en medio de una celada.

—¡No! —dijo rotundamente el Presidente del PP. Se levantó y abotonó su americana—. Gracias por venir.

Rosiñol también se puso de pie, nervioso. Sofía lo hizo un segundo después, pero sin alterarse ni rendirse.

—¿Sabía que el nuevo despacho de Rajoy está a solo dos kilómetros de este edificio? —cizañó ella—. No creerá que él vuelve a Madrid para ser un simple registrador de la propiedad. Entre otras cosas, viene a intrigar contra usted… Señor Casado, sus mayores enemigos son miembros del propio PP. No hay cuña que más apriete… ¿verdad?… Rajoy y otros tantos están muy resentidos y este tema del máster lo debilita a usted, lo hace vulnerable y le resta energía. Si se quita de encima semejante problema podría prestar más atención a su entorno.

Casado tomó aire.

—Ya le he dicho que no.

Sofía insistió:

—Tenemos tiempo hasta el martes. Puede transmitirme su respuesta definitiva a través de nuestro amigo en común —explicó ellla mientras señalaba al Presidente de la Sociedad Civil Catalana—. Creo que olvidé decírselo, pero no solo puedo garantizar que la Fiscalía sugiera no investigarlo. También estoy en capacidad de asegurar que el Tribunal le hará caso al criterio de la Fiscalía y su caso quedará archivado… Buen día, señor Casado.

 

Casado sucumbe

(Lectura estimada: 0 min 43 s)

Madrid, martes 18 de septiembre

No alcanzó ni a terminar su café. Un mensaje de texto de su Secretario de Redes Sociales le amargó el desayuno a Casado.

Ojito con esto. Seguro te le preguntan en la entrevista en Cope

El chat iba acompañado de un enlace. Era otra noticia sobre su máster. Ahora hablaban de un tal “cambio de notas […] con una firma dudosa”.

—Pero qué mierda es esta… —masculló Casado.

Todo el día le dio vueltas a una idea. Pensó en ella durante los desplazamientos en su coche, en las reuniones a las que asistió abstraído, en la comida de la que ya no recordaba qué había consumido, en la conversación con su esposa a la que no le prestó atención.

En la noche sucumbió. Le escribió al Presidente de la Sociedad Civil Catalana.

Dile a tu amiga que sí

***

 

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Advertencia: ESTO ES FICCIÓN

Aquí se recrea la actualidad de España con situaciones imaginadas, diálogos inventados y personajes ficticios. Dicho de otro modo: esta es una caricatura de la realidad, una parodia, un ejercicio de imaginación. Esta es una novela de Ficción CoyunturalFC.

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