*Texto tomado del capítulo piloto.
 

[…] Sofía Vidal aprovechó para analizar un poco a Laporta, antes de que él cruzara la puerta.

Confirmó que estaba hinchado y barrigón aquel hombre que alguna vez le pareció sexi. O, lo que es igual, humanizó al personaje que alguna vez percibió poderoso y, por lo tanto, atractivo.

No solo estaba más gordo, sino que su nueva manera de vestir le desfavorecía. Tras perder las elecciones a la Presidencia del Barcelona, y pensando en ganar las próximas, Laporta quiso hacer un ajuste a su imagen con la intención de asemejarse más a un líder moderno e inspirador, y menos a un político tradicional […].

Sofía sabía todo esto porque llevaba tiempo haciéndole seguimiento a Laporta, pero también porque conocía de moda y ponía en práctica ese conocimiento en su propio armario.

Consciente de sus características físicas, y de sus 42 años, Sofía usaba blazers o blusas que ocultaban sus gorditos en brazos y cintura. A favor tenía, y explotaba, los bonitos rasgos de su cara, una altura promedio y el aire juvenil de su pelo negro que se descolgaba hasta más abajo de los hombros.