Las siguientes descripciones corresponden a narraciones del capítulo piloto.

Manuela Aguirre Erazo, mánager de futbolistas

La figura robusta e imponente de Manuela Aguirre Erazo apareció desde el corredor, caminando con el tronco inclinado hacia adelante como si cortara el aire con el pecho, igual que un barco avanza mientras rompe el agua con la proa. Además de su notable estatura —un metro con setenta centímetros—, acudía a dos viejos trucos que aprendió alguna vez de expertos en imagen, y de los que se terminó convenciendo cuando le dijeron que Margaret Thatcher se había valido de los mismos artificios. Leer más
 

José Antonio “Quillo” García, asesor

“Quillo” era un madridista consumado. Es decir, era un madridista común y corriente. También era un hincha furibundo y un ciudadano sedentario. Nada de lo que se ponía l

e quedaba a la medida. Había decidido que las corbatas le colgaran muy por encima del pantalón, para emular a Zidane. Nadie le hizo el favor de contradecirlo, aunque algunos sí se animaron a llamarlo “Zizou”, no por la corbata sino por su alopecia concentrada en la coronilla, como la tonsura de un monje. Leer más
 

Sofía Vidal, “lobista”

Consciente de sus características físicas, y de sus 42 años, Sofía usaba blazers o blusas que ocultaban sus gorditos en brazos y cintura. A favor tenía, y explotaba, los bonitos rasgos de su cara, una altura promedio y el aire juvenil de su pelo negro que se descolgaba hasta más abajo de los hombros. Leer más
 

Alba, madre de Manuela

Estaba vestida y arreglada con lo estrictamente necesario; con aquello que consideraba apenas justo para sobrellevar mejor los primeros años de la vejez: lentes bifocales livianos, zapatos cómodos de suela plana y un jersey de lana para los días siempre fríos de la tercera edad. Había renunciado al maquillaje; así se podía detallar su rostro sexagenario, cuarteado con arrugas, como si se tratara de televisión en alta definición. La motivaba el exceso de practicidad, no la falta de vanidad. Leer más